El Valle del Arlanza
Escenario en el tiempo


Pasan los años y las aguas del río Arlanza continúan modelando un amplio valle que se extiende entre la Ribera del Duero y la capital burgalesa. Desde su nacimiento en Fuente Sanza, en tierras pinariegas, muy cerca de Quintanar de la Sierra, el Arlanza ha trazado un largo y sinuoso recorrido hacia el oeste burgalés, hasta que las aguas del río se juntan con las del Arlanzón.

El río llega al Espacio Natural de La Yecla y los Sabinares del Arlanza tras surcar las tierras pinariegas. Aquí, junto a la habitual vegetación ribereña, acompañada de bosques de quejigos, encinas y sabinas, comienzan a aparecer los primeros viñedos que añaden una nota de color a un agradable paisaje con personalidad propia. El río continúa su curso y entra en contacto con los extensos páramos castellanos antes de confluir con el río Arlanzón, ya en el cercano Cerrato Palentino.

Sobre la ocupación de estas tierras y valles, existen testimonios de los primitivos pobladores anteriores a la ocupación romana. La llegada de los visigodos, la invasión musulmana, la despoblación del Valle del Duero como zona fronteriza, la repoblación de la Meseta y el nacimiento de Castilla marcan otros siglos de su historia. Hoy en día, la comunicación entre la capital española y el norte peninsular ha marcado el eje de desarrollo.

El río Arlanza y su red de afluentes, entre los que destaca el río Mataviejas, riegan lugares donde una intensa actividad histórica ha dejado un interesante patrimonio artístico y cultural. Hoy, en el Valle del Arlanza podemos encontrar desde yacimientos romanos como los de Tordomar o Solarana hasta importantes monasterios como San Pedro de Cardeña o Villamayor de los Montes, pasando por la excepcional Villa Ducal de Lerma o singulares conjuntos rurales como Puentedura o Santa María del Campo con su esbelta iglesia. A esta lista se unen ermitas, iglesias y templos de todos los estilos artísticos, puentes, palacios, torres, casonas, rollos de justicia y otras edificaciones que se dispersan por el valle. 

Los habitantes de las tierras del Arlanza, que han vivido de la agricultura cerealista y la ganadería ovina, tienen en la actividad vitivinícola un gran futuro. Los vinos del Arlanza y el lechazo asado en horno de leña hacen una combinación perfecta.