La Bureba
Más de lo que uno se imagina


Al Este de la provincia, junto a las tierras alavesas y riojanas, se extiende este singular y contrastado territorio dominado por la suave y extensa depresión de La Bureba. En torno a ella se localizan el Condado de Treviño, el bucólico Valle de Las Caderechas, el diapiro de Poza de la Sal, los primeros páramos castellanos de la Merindad de Río Ubierna y los valles del Oca y Tirón.

El último tramo del río Ebro en la provincia ha modelado los impresionantes desfiladeros del Parque Natural de Montes Obarenes. Es un área de transición bioclimática y vegetal: campos de cereal en las fértiles llanuras, tupidos bosques de ribera y montes cubiertos por una rica comunidad vegetal.

Paso obligado en la comunicación entre el norte y el centro de la Península, este territorio comparte un extenso legado cultural e histórico. Por aquí pasaron celtas, romanos, godos, musulmanes, cristianos, incluso los peregrinos que se dirigían a Santiago por el Camino Francés o por la Ruta de Bayona. También labraron su huella desde el legendario Cid Campeador hasta el emperador Carlos V.

Por esta razón, hoy es posible encontrar una continua sucesión de elementos de interés patrimonial, algunos de ellos declarados como Bienes de Interés Cultural. Yacimientos arqueológicos, calzadas romanas, necrópolis, eremitorios, puentes medievales, castillos, fortalezas, palacios, casonas, monasterios y una larga lista de esbeltas iglesias y ermitas románicas se dispersan por esta bella comarca.

Algunas de sus poblaciones, que conservan buenos ejemplos de una característica arquitectura popular que emplea como elementos básicos la piedra, la madera y el adobe, han sabido mantener vivas sus fiestas populares, sus tradiciones y una gastronomía basada en sanos productos locales.

Este privilegiado medio natural es un entorno idóneo para la práctica de diferentes actividades como el paseo en bici de montaña, la espeleología, la observación de aves o el senderismo por alguno de sus numerosos recorridos balizados.