Las Merindades
El verdadero carácter norteño

Las vecinas provincias de Cantabria, Álava y Vizcaya establecen el límite de esta bella comarca norteña. El río Ebro, las cumbres de la Cordillera Cantábrica y una parte de la Meseta Castellana conforman este contrastado territorio; un espacio natural caracterizado por una gran diversidad vegetal que presenta un diferente colorido en cada una de las estaciones del año.

En definitiva: un paisaje de ensueño. Una continua sucesión de amplias depresiones, coloridos páramos, valles glaciares, escarpadas montañas, grandes cavidades, desafiantes desfiladeros, espectaculares saltos de agua, caudalosos ríos, empinados pastizales y frescos hayedos.

Un territorio donde los diferentes pobladores han dejado un importante legado patrimonial: desde el hombre paleolítico que vivió en Ojo Guareña hasta quienes fueron testigos en Valpuesta de aquellas primeras palabras escritas en un idioma universal como el “Castellano”. En la Edad Media la comarca jugó un papel crucial, siendo el núcleo original del Primitivo Condado de Castilla.

Enigmáticos dólmenes, numerosas necrópolis, eremitorios altomedievales y varios yacimientos arqueológicos salpican el mapa comarcal. A lo largo de la historia, calzadas y puentes romanos y medievales han sido testigos del continuo tránsito de ejércitos, mercaderes, arrieros e incluso de algunos peregrinos que se dirigían a Santiago.

El arte románico tiene aquí nombre propio con numerosas iglesias y ermitas, de reducida dimensión y buena unidad de estilo. No nos olvidamos de excelentes iglesias y monasterios dónde el arte gótico domina sobre el resto de estilos. Los abundantes castillos, torres defensivas y casas fuertes confirman su belicoso pasado. Palacios y casonas blasonadas son el símbolo del esplendor económico de varios siglos. En sus pintorescos pueblos y en sus conjuntos monumentales encontramos una singular arquitectura popular. Fiestas, gastronomía, muesos, prácticas deportivas son otros motivos para acercarte a Las Merindades.