Construido en el siglo XVI, sobre un risco calizo, sobresale una capilla renacentista de tres naves. Todo el conjunto refleja belleza salida de las manos del artista Diego de Siloé. La leyenda del santuario cuenta que en año 1040, el rey de Toledo Abul Asan Yahya al-Mamún, tuvo una hija llamada Casilda. Fue sorprendida por su padre ofreciendo alimentos a los cautivos cristianos, pero milagrosamente la comida que escondía en sus vestidos se convirtieron en pétalos de rosa. De ahí que la representación icnográfica de la santa esté ligada a las rosas. Cuando se enteró de que tenía una enfermedad incurable, se retiró para llevar una vida eremítica a la zona de La Bureba donde existían aguas milagrosas que podrían curar su mal.