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Fundado por Alfonso VII en el año 1146, fue un hospital sanitario especializado. La orden que lo regentó, los antonianos, fue fundada para atender a los peregrinos que sufrían una especie de gangrena dolorosa o lepra llamada "fuego sacro" o "mal de San Antón", una enfermedad medieval producida por comer pan de centeno contaminado. Con el paso del tiempo fue abriéndose al resto de romeros. Era conocida la dedicación de estos monjes hacia los caminantes; reflejo de ello son las dos alacenas que aún se conservan en los muros del convento. Ambas se llenaban de comida para saciar a los peregrinos que llegaban tarde, cuando las puertas del cenobio estaban cerradas.