Monumentos de la Provincia de Burgos
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El diapiro de Poza de la Sal es una de las más singulares y llamativas estructuras geomorfológicos que se puedan contemplar en nuestra provincia. Los romanos fueron los que organizaron su explotación en el siglo I d. C., ya que la sal había que extraerla de sus vetas a base de excavar grandes pozos y galerías e inyectar el agua que al evaporarse emergía en muera. Extendiéndose está última en canales para su posterior cristalización.. En la actualidad ya han dejado de cumplir su milenaria función, pero en un punto importante de interés paisajístico.
Iglesia renacentista, fechada en el siglo XVI, con tres naves con bóveda estrellada y un notable ábside renacentista.
Iglesia gótica de Santa María, donde relucen los oros del barroco en su retablo mayor, presidido por una imagen sedente de la Virgen con el Niño, del siglo XV.
Destacan los ábsides románicos de la cabecera de la iglesia.
Próximo al pueblo de Bujedo y protegido por las laderas del monte Foncea se localiza el antiguo monasterio premostratense de Santa María. De este cenobio fundado en 1168, bajo el patrocinio de Alfonso VIII, se conservan los tres ábsides románicos de la cabecera de la iglesia. Se conserva un bello claustro clasicista
Integrado por Franciscanos Recoletos. Aquí vivió y murió el Santo, su tumba ha sido durante muchos años lugar de peregrinación y de milagros. El exterior del edificio fue reedificado en 1706 tras un incendio en 1699, llama la atención una esbelta aguja y curiosos arbotantes. El interior está dividido en tres partes: Capilla sepulcral, de forma octogonal, barroca, con interesantes retablos barrocos con columnas salomónicas, el camarín con el tumulto funerario, de alabastro y cuadros de la escuela de Velazquez. Capilla de la Gloria, aquí se encuentra la lápida del sepulcro original, mandado construir por Isabel la Católica. En el centro de esta capilla se encuentra la tumba del Santo. Y por último la iglesia Conventual, edificio de arte toscano, de una sola nave. En su interior alberga lienzos del siglo XVIII pintados por Fray Diego de Frutos.
Construido en el siglo XVI, sobre un risco calizo, sobresale una capilla renacentista de tres naves. Todo el conjunto refleja belleza salida de las manos del artista Diego de Siloé. La leyenda del santuario cuenta que en año 1040, el rey de Toledo Abul Asan Yahya al-Mamún, tuvo una hija llamada Casilda. Fue sorprendida por su padre ofreciendo alimentos a los cautivos cristianos, pero milagrosamente la comida que escondía en sus vestidos se convirtieron en pétalos de rosa. De ahí que la representación icnográfica de la santa esté ligada a las rosas. Cuando se enteró de que tenía una enfermedad incurable, se retiró para llevar una vida eremítica a la zona de La Bureba donde existían aguas milagrosas que podrían curar su mal.
